Alerta Bolivia
Tarija, 25 de abril de 2025 – En el sur del país, el departamento de Tarija enfrenta una de las contradicciones más frustrantes de la gestión pública: tener solo un hospital de tercer nivel —el San Juan de Dios— y aún así verlo sumido en el abandono, el deterioro y la falta de respuestas reales. Todo mientras sus autoridades usan la crisis como plataforma de ataque político, a medida que se acercan las elecciones.
Las necesidades de salud de la población no son nuevas. El colapso del sistema no es producto de un solo gobierno. Pero lo que sí es evidente —y profundamente alarmante— es cómo los responsables actuales y pasados se acusan entre sí, intentando sacar rédito político de un problema que lleva años sin solución.

Desde la Gobernación, la secretaria de Desarrollo Humano, Lourdes Vaca, culpa al exgobernador Adrián Oliva de haber heredado una red hospitalaria débil, con equipos botados, hospitales móviles en ruinas y el Materno Infantil entregado sin funcionar. La respuesta no tardó: la asambleísta Marina Cachambi defendió a Oliva, asegurando que durante su gestión sí se invirtieron más de 83 millones de bolivianos en salud, y que lo que falta hoy es voluntad y capacidad del gobierno de Óscar Montes.
Y en medio de esa pelea, el hospital sigue igual. Las largas filas para atención no desaparecen. Los profesionales de salud trabajan con recursos limitados. Y los pacientes siguen sintiendo que, si no hay dinero en el bolsillo, el acceso a la salud digna se vuelve una lotería.
Esta disputa no hace más que reflejar el uso político de la salud pública. Lo que debería ser una prioridad compartida por todo el aparato estatal —la atención médica de calidad para más de medio millón de tarijeños— se ha convertido en un campo de batalla electoral.
La pregunta es directa: ¿y la salud para cuándo?
¿Para cuándo una estrategia seria, técnica y despolitizada?
¿Para cuándo un plan integral que fortalezca al San Juan de Dios no solo con cemento, sino con equipos, insumos, médicos y gestión?
Tarija no puede seguir dependiendo de un solo hospital colapsado. No puede permitirse una clase política más enfocada en ganar votos que en salvar vidas.
No importa si fue Oliva, si es Montes, o si será el próximo. Lo que importa es que hoy, ahora, se tomen decisiones reales. Porque en salud, la improvisación también mata. Y en Tarija, la población ya ha esperado demasiado.