¿Aulas o trincheras? La UAJMS no debe ser un brazo político

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Alerta Bolivia  

Tarija, 16 de mayo de 2025 – La Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) fue concebida como una institución para formar profesionales libres, críticos y comprometidos con el desarrollo de Tarija y del país. Sin embargo, la creciente injerencia política, particularmente del Movimiento al Socialismo (MAS), ha comenzado a oscurecer el rol académico y autónomo que se espera de nuestra casa superior de estudios.

Gobierno Autónomo Municipal de Tarija

Es un hecho conocido que el actual rector, Eduardo Cortez, mantiene una cercanía directa con el Gobierno Nacional. No se trata de una suposición; ocupó cargos en la administración de Luis Arce como viceministro, y su nombre ya circula como posible candidato a la Gobernación de Tarija por el oficialismo. Esta vinculación, más allá de lo personal o político, plantea un problema mayor: la instrumentalización de una institución educativa para fines partidarios.

La universidad no puede ni debe convertirse en una plataforma de campaña. Mucho menos en un espacio donde se obligue —según denuncias de trabajadores y estudiantes— a participar en actos proselitistas o se condicione el apoyo político a cambio de beneficios institucionales. Si estos hechos se confirman, estaríamos ante una grave vulneración de la autonomía universitaria y una distorsión del verdadero propósito de la educación superior.

Tribunal Supremo Electoral

La situación se agrava con la proximidad de dos procesos electorales: las elecciones presidenciales en agosto y, de manera más inmediata, la elección interna en la FUL (Federación Universitaria Local), una instancia que históricamente ha tenido el deber de representar los intereses del estudiantado, no de los partidos políticos.

En este contexto también es importante mencionar a Osman Palenque, actual presidente de la Confederación Universitaria Boliviana (CUB), cuya cercanía con figuras del MAS, como el ministro de Medio Ambiente y Agua Álvaro Ruiz, es conocida. Su figura representa otra señal de cómo el aparato político oficialista ha logrado extender su influencia incluso dentro de las estructuras nacionales del sistema universitario, debilitando aún más la confianza en la independencia de sus representantes.

Hoy, más que nunca, debemos preguntarnos: ¿es correcto que nuestras universidades se conviertan en extensiones de estructuras partidarias? ¿Qué clase de pensamiento crítico puede desarrollarse en un ambiente donde las ideas son reemplazadas por consignas?

La UAJMS no puede permitir que se debilite su esencia por intereses coyunturales. Si los espacios de formación se politizan, si los líderes universitarios se convierten en operadores políticos, y si las decisiones académicas responden a mandatos externos, entonces no estamos educando ciudadanos, sino militantes.

La universidad debe ser un espacio de pluralidad, libre de presiones partidarias. No se trata de excluir ideologías, sino de impedir que una de ellas capture la institución. La autonomía universitaria no es solo un principio legal: es la garantía de que el pensamiento libre, diverso y crítico tenga un lugar en la construcción del país.

Es momento de que la comunidad universitaria, tanto docente como estudiantil, reflexione y actúe. El silencio también es una forma de complicidad. Y en tiempos donde la educación corre el riesgo de ser subordinada al poder, alzar la voz se convierte en un deber.


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