El voto nulo: el gigante dormido que no debemos ignorar

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Alerta Bolivia

Viernes, 22 de agosto de 2024.- Los resultados de las elecciones generales de 2025 han dejado una lección que no puede pasarse por alto: el voto nulo alcanzó un histórico 19,87%, más de 1,3 millones de sufragios anulados, superando incluso a una de las principales candidaturas en carrera. Nunca antes, en un cuarto de siglo, el voto nulo había superado siquiera el 4%.

Gobierno Autónomo Municipal de Tarija

Lo ocurrido el pasado 17 de agosto no es un hecho anecdótico, ni una simple protesta pasajera. Es un mensaje contundente, un grito silencioso de un sector de la población que decidió manifestar su desencanto con el sistema político, los partidos y los liderazgos en pugna. El voto nulo, convertido en fuerza electoral, se erige como un gigante dormido que, de despertar, podría alterar profundamente el equilibrio democrático del país.

No se trata solo de Evo Morales y su llamado a desconocer el proceso electoral. Si bien el evismo impulsó abiertamente esta opción, sería un error reducir este fenómeno únicamente a su influencia. La magnitud de los resultados revela que miles de ciudadanos, más allá de banderas y consignas, optaron por rechazar todas las alternativas políticas en competencia. El malestar y la desafección son reales, y están allí, latentes, esperando un cauce.

La frase “no hay peor ciego que el que no quiere ver” cobra hoy una vigencia inquietante. Ignorar que uno de cada cinco votantes anuló su sufragio sería condenar a Bolivia a un nuevo ciclo de desencuentros. El voto nulo no construye proyectos, pero sí expresa una protesta legítima contra la falta de representatividad, la crisis de liderazgo y la ausencia de respuestas claras frente a los problemas más urgentes: la economía, el empleo, los combustibles y la confianza en las instituciones.

Hoy tenemos a ese gigante dormido. Mientras no tenga estructura, liderazgo ni dirección política clara, permanece latente, disperso, pero cargado de fuerza. El riesgo está en que, si quienes aspiran a gobernar el país continúan subestimando este fenómeno, el voto nulo podría convertirse en el germen de mayor inestabilidad futura.

La democracia necesita partidos sólidos, pero también necesita escuchar el mensaje de los que no creen en ninguno. La segunda vuelta entre Rodrigo Paz y Jorge Quiroga marcará el rumbo inmediato, pero más allá de la coyuntura, el gran desafío será reconstruir la confianza ciudadana y evitar que la política siga alejándose de la gente.

El voto nulo nos ha recordado que la legitimidad no se mide únicamente en los ganadores, sino también en el tamaño del desencanto. Bolivia no puede darse el lujo de ignorar esta señal. Porque, si el gigante despierta, ya no bastará con discursos ni campañas: será el país entero el que pague las consecuencias.


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