Alerta Bolivia
Tarija, 27 de junio de 2025 – Richard Mamani Martínez, hoy de 28 años, fue liberado este viernes tras pasar nueve años en la cárcel de Morros Blancos de Tarija por un delito que no cometió. Tenía solo 19 años cuando fue detenido y procesado por la supuesta violación a una menor de edad. Esta semana, el Tribunal Supremo de Justicia determinó su inocencia y ordenó su libertad inmediata.
Entre lágrimas y con la voz entrecortada, Richard expresó su dolor y alivio al recuperar su libertad.


“Estuve aquí injustamente. Nueve años. ¿Quién me devuelve este tiempo? ¿Mi juventud, mis oportunidades?”, dijo al salir del penal, acompañado por representantes de la Iglesia y defensores de derechos humanos que lo acompañaron durante el proceso.
Un caso marcado por la injusticia
En febrero de 2016, Tredina M. denunció a Richard Mamani ante la Defensoría de la Niñez y Adolescencia del municipio de Villa Charcas, Chuquisaca, por supuestamente haber violado a su hermana de 12 años. Mamani fue detenido el 28 de julio de ese año y trasladado al penal de Morros Blancos en Tarija al día siguiente.
El caso fue llevado ante el Tribunal de Sentencia de Camargo, que, tras un juicio que duró dos años, emitió una sentencia de 20 años de prisión. Sin embargo, años después, la presunta víctima, ya mayor de edad, confesó que había sido presionada por su hermana mayor para declarar falsamente contra Mamani. Esta revelación motivó una revisión extraordinaria del proceso.
El fallo que devolvió la libertad
La magistrada del Tribunal Supremo de Justicia, Rosmery Ruiz, explicó que el caso cumplía con todos los requisitos legales para su revisión.
“Queremos humanizar la justicia. Este es un ejemplo claro de que debemos revisar los fallos con responsabilidad y sensibilidad”, indicó.
Ruiz también cuestionó el uso indebido de normas como la Ley 348 para casos de violencia contra la mujer:
“La ley es un avance, pero debe analizarse con mayor rigurosidad para evitar que sea instrumentalizada”.
Por su parte, el defensor del Pueblo, Pedro Callisaya, llamó a reflexionar sobre el sistema judicial:
“Hay normas que deben ser revisadas con enfoque en derechos humanos y en cumplimiento de los compromisos internacionales del Estado boliviano”.
“Gracias a Dios, pude resistir”
Durante su tiempo en prisión, Richard participó en talleres de carpintería, programas de apoyo psicológico y actividades religiosas. Agradeció especialmente al padre Miguel Sotelo, quien le brindó contención emocional:
“En los primeros años pensé en quitarme la vida. Si no fuera por el padre Miguel, no sé qué hubiera pasado”, confesó.
Hoy, Richard solo piensa en reencontrarse con sus padres.
“Lo primero que haré es ir a buscar a mi familia. No tengo rencor, pero sí deseo que el verdadero culpable cumpla su condena”, expresó, en alusión a su excuñado, hoy condenado por el delito que injustamente le atribuyeron a él.