Al acercarse la guerra de Ucrania a su tercer año, Rusia asegura haber derribado 120 drones ucranianos sobre 12 de sus regiones, entre ellas Moscú, en uno de los mayores ataques de este tipo en su territorio desde el inicio del conflicto.

Una refinería y un depósito de combustible situados en la región rusa de Riazán y una fábrica de componentes electrónicos para misiles situada en la región de Briansk, entre los daños causados por los drones ucranianos.
Por su parte, tres personas murieron y otra resultó herida en la región de Kiev en un ataque ruso con drones que provocó daños en un edificio de viviendas de once plantas.
Rusia y Ucrania intensifican las hostilidades para obtener ventajas ante unas posibles negociaciones sobre un alto el fuego.
El Estado Mayor Conjunto (JCS) surcoreano asegura que Corea del Norte acelera «despliegues adicionales en respuesta al gran número de bajas y a la cantidad de prisioneros de guerra capturados».
Hace cuatro meses que Pionyang envío unos 11.000 soldados al frente y ha estado suministrando una gran cantidad de artillería y otras armas convencionales a Rusia. Según la inteligencia surcoreana unos 300 soldados norcoreanos han muerto y unos 2.700 han resultado heridos en el frente.
Mientras tanto, Europa discute si envía a sus tropas para asegurar la paz en Ucrania en caso de un alto el fuego, al que el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, se ha comprometido a alcanzar, ahora en un plazo de 100 días (tras prometerlo en 24 horas), mientras anuncia que intenta reunirse con Zelenski y Putin, además de planear reunirse con el líder de Corea del Norte Kim Jong-un.
Putin acaba de decir que está «listo» para hablar con Trump y espera «señales» de EEUU pero advierte al presidente estadounidense que «»este conflicto no depende de los precios del petróleo».