Alerta Bolivia
Tarija, 02 de mayo de 2025 – El 1° de mayo, Día del Trabajador, el presidente Luis Arce eligió Tarija como escenario para una marcha con la esperanza de consolidar su imagen de líder cercano a la clase obrera y reafirmar su fortaleza política a nivel nacional. Sin embargo, lo que se vio fue algo completamente diferente: una movilización escasa, con un parque temático vacío al final del recorrido, lo que no solo evidenció la falta de convocatoria, sino también la creciente desconexión entre el presidente y los sectores populares.

La marcha, que se había anunciado con la promesa de miles de trabajadores apoyando al presidente, resultó ser un fracaso en términos de apoyo real. En su lugar, se observó una participación limitada, en su mayoría forzada por las estructuras sindicales, que hicieron todo lo posible por llenar el espacio con personas que, lejos de marchar por convicción, lo hicieron por obligación o presión. La Central Obrera Boliviana, más alineada con el poder que con los intereses de la clase trabajadora, no logró reunir ni a una masa crítica de apoyo genuino, a pesar del despliegue logístico y organizativo.
Lo ocurrido en Tarija no debe ser interpretado como un simple error de organización, sino como una señal inequívoca de un problema mucho más profundo: la falta de respaldo popular que Arce enfrenta, especialmente de los sectores que lo llevaron al poder. Las ausencias no pueden ser ignoradas ni minimizadas. La realidad es que el presidente ya no cuenta con el apoyo incondicional que alguna vez disfrutó, y lo sucedido en Tarija no fue una mera coincidencia.
Si el presidente desea evitar caer en la ceguera política, debe reflexionar profundamente sobre este episodio. La falta de apoyo no solo pone en duda su viabilidad para postularse nuevamente, sino que también marca el comienzo de una etapa de desgaste y desencanto que podría ser irreversible. No se trata de negar la realidad, sino de enfrentarla con franqueza: el respaldo popular que alguna vez lo catapultó al poder está en declive, y lo que pasó en Tarija es una muestra clara de ello.
¿Es esto ceguera política o una negación voluntaria del ocaso? ¿Hasta qué punto el poder encierra tanto que impide ver la realidad? Tarija dio una señal. Y si el presidente aún se considera un hombre del pueblo, debería empezar por mirar de frente al pueblo que ya no lo sigue.
La señal está ahí, clara y visible. Ignorarla podría ser el error más costoso para su futuro político.