Alerta Bolivia
Lunes, 16 de junio de 2025 – Catorce días de bloqueo, seis muertos, más de 200 heridos, 143 detenidos y pérdidas económicas que superan los 800 millones de dólares. Ese es el saldo de una convulsión nacional que no nació de una causa social genuina, sino del capricho político de un solo hombre: Evo Morales.
¿Valió la pena?
En nombre de su habilitación como candidato, se paralizó el país, se impidió el paso de ambulancias, se dejaron podrir toneladas de alimentos, se rompió la cadena productiva y se sembró el terror en las carreteras. La democracia fue secuestrada una vez más, y esta vez, con un saldo de sangre.
No fueron mártires de una causa noble, fueron víctimas de una ambición desmedida. Cuatro policías asesinados en cumplimiento de su deber, un joven estudiante que murió sin atención médica por miedo a represalias, una familia campesina que llora en silencio a un ser querido. ¿Y todo para qué? Para imponer con presión lo que no se puede conseguir con legitimidad.
Evo Morales dice que no tiene nada que ver. Pero los grupos que bloquearon, se movilizaron y agredieron lo hicieron en su nombre, por su retorno. No se puede ser ajeno al incendio cuando se lanza la chispa.
La pregunta que queda flotando es brutal, pero necesaria: ¿vale la vida humana menos que una candidatura?
Bolivia ya no está para mesianismos ni para caudillos que se creen imprescindibles. Está para líderes que escuchen, que respeten la ley, que antepongan el país a sus intereses.
La historia juzgará a quienes convirtieron la política en un campo de batalla y a la patria en un rehén. Pero hoy, la conciencia colectiva debe preguntarse con firmeza: ¿valió la pena tanto dolor para satisfacer el ego de uno solo?